Cuando escribí mis reflexiones, de este genero tan singular que es la caricatura, buscaba un alivio de la obsesión en que se habían tornado tales reflexiones. La caricatura es sin duda una obra gloriosa e importante. Al igual que en otras ramas del arte, en la caricatura existen dos clases de obras preciosas: Unas solo tienen la vigencia del hecho que representan, lo mismo que las hojas sueltas del periodismo, desaparecen con las nuevas noticias. Las otras, contienen un elemento misterioso, duradero, eterno, que despierta la atención de los artistas. Es este elemento de lo bello, que aparece hasta en obras destinadas a representar la fealdad moral y física del hombre. Y, algo no menos misterioso, ese espectáculo lamentable excita en el una hilaridad inmortal e incorregible.
Lo cómico es un elemento condenable y de origen diabólico, uno de los más claros signos satánicos del hombre y una de las numerosas pepitas contenidas en la manzana simbólica. La risa, dicen, viene de la superioridad. ¡Idea satánica como la que más!
¿Qué hay de regocijante en el espectáculo de un hombre que tropieza en el borde de una acera, para que la cara de su hermano en Jesucristo se contraiga de forma desordenada? Ese pobre diablo quizá se haya fracturado algún miembro importante. Sin embargo, la risa ha salido, irresistible y súbita. El que ríe siente cierto orgullo inconsciente. Es el punto de partida: yo no me caigo, yo camino derecho, mi paso es firme y seguro.
La risa satánica, luego es profundamente humana. En el hombre se encuentra el resultado de la idea de su propia superioridad. Lo cómico es signo de superioridad, o creencia de la propia superioridad.
En el lúgubre paisaje de la literatura contemporánea, emerge una obra singular que, al igual que un espectro inquietante, nos confronta con la oscuridad del alma humana: La cólera de Baudelaire, una reinterpretación gráfica de mi vida y obra, creación artística nacida de la extraordinaria pluma de Laura Pérez Vernetti. A través de una sucesión de viñetas impregnadas de una expresividad grotesca, Vernetti nos guía en una inmersión profunda en los oscuros abismos de mi psique. En este viaje, retrata con desgarro mis pasiones desmedidas, mis contradicciones abismales y mi visión desoladora del mundo. Laura no se limita simplemente a plasmar mi biografía como poeta y hombre, sino que teje una danza macabra entre mis versos y sus imágenes, una danza que da vida y forma a los horrores que habitan mi mente atormentada.
Las viñetas, reminiscentes de espejos deformes, reflejan la desolación de la París del siglo XIX, una ciudad plagada de vicios, miseria e hipocresía. Los personajes, caricaturas grotescas de la sociedad de la época, se retuercen en poses antinaturales, víctimas de la sátira mordaz de Vernetti.
En esta danza macabra que se despliega ante nuestros ojos, mis poemas cobran una nueva dimensión. Mis palabras se transforman en dagas afiladas que penetran y laceran el alma del lector, dejando una marca indeleble. En La cólera de Baudelaire, cada verso y cada imagen se unen, con horror y belleza, para mostrar la esencia de una vida y de una época.